​Estaba en unas vacaciones culinarias de tres semanas en Perú, explorando con entusiasmo algunos de los 50 Mejores Restaurantes del mundo, aunque algunos definitivamente mejores que otros. Me di cuenta de que aquí la gente realmente apreciaba la buena comida, y esa era una cultura de la que quería formar parte. Una a la que podía contribuir con las experiencias que me habían formado como chef y empresario en mi país, Inglaterra. Habiendo cocinado por todo el mundo, en la cima de mi profesión, sabía que estaba en un lugar donde mi arte sería bien recibido. Sentí que el universo me relajaba y que el destino me había llamado por mi nombre. ​ Tres meses después, regresé. Mi novia y yo nos sentamos en el apartamento a intercambiar ideas. Sentíamos que había cosas que faltaban en el mundo culinario, especialmente las largas horas, los bajos salarios y la explotación en nombre de la buena comida. ¿Quién escribió la regla de que tenía que ser así? ¡Quienquiera que fuera, no era un hombre sabio! ​ Con ganas de empezar, pedimos una caja de Post-its por Rappi y comenzamos a construir nuestro plan en la ventana. Nos centramos en crear una cultura de trabajo que realmente disfrutaríamos, una que nos inspirara a diario, sabiendo que era la clave para mantener la excelencia de una manera mucho más efectiva. ​ Chef punto maison comenzó como un volcán de ideas en Post-its. ¿Quién sabe en qué se convertirá? Lo único que sabemos es que nada grande se ha logrado sin entusiasmo.